La vez pasada hablábamos sobre los conflictos que genera el decidirse a desescolarizar y quería completar un poco aquellas ideas y sugerencias con una visión más acabada de la cosa, sobre todo, en relación a los terceros que siempre opinarán sobre el terrible mal que estamos haciendo a nuestros pobres y desprotegidos hijos.
Cuando alguien nos critica, directa o indirectamente, por dentro nos provoca un montón de cosas: enfado, fastidio, impotencia, etc. Muchas veces nos desvivimos tratando de hacerle ver al otro por qué nuestra decisión es certera, los beneficios comprobados del educar en el hogar y la verdad de la milanesa es que en el 90% de los casos, el otro lo único que escucha es nuestro “injustificado cacareo anti escuela”.
A muchos les pasa, pasó o pasará, que en cuanto surge algún encuentro social donde concurramos como familia inmediatamente y casi en forma inconsciente nos ponemos en “situación de examen“. Estamos al pendiente de que todos ponen los ojos sobre nosotros y que en algún punto tenemos que demostrar que nuestros hijos se están educando. Comenzamos a sudar cuando alguien comienza a hablar con los chicos, enseguida nos ponemos al pendiente. Peor aun si de nosotros mismos parte el “contale a la abuela lo que hicimos ayer”, “ayyy porque estamos fascinados aprendiendo de los bichos canasta”, “si vieras el cuadro que se mandó ayer tu sobrino!, qué lástima que no lo trajimos”. Nada más absurdo e inútil. Nadie hace eso usualmente con niños que sí están escolarizados, ¿no? Si se ven identificados, tranquilos, tooodos en mayor o menor medida hemos pasado por ello; es algo normal porque está altamente relacionado con los paradigmas que nos condicionan.
Es muy posible que esa sensación persecutoria que nos pone en esa situación de examen sea real. De hecho hoy por hoy a mis hijos les hacen preguntas que JAMÁS se las plantearon cuando estaban en la escuela. Parece que cuando iban a la escuela a nadie le interesaba qué aprendían o cómo, daban por sentado que la escuela es la encargada de velar por esa “adquisición educativa”, medirla, sopesarla y validarla.
Un experimento conocido
Hay un experimento que se ha realizado muchísimas veces con el mismo resultado. Hoy dada, quizá, su popularidad, no sea novedoso pero dice mucho sobre cómo nos condicionamos.
El experimento se daba así: Un grupo de personas era dividida en dos grupos, a una se le enseñaba la imagen 1 y a la otra la 2 y se les pedía que la miraran por unos 5 minutos tratando de recordar cada detalle de la misma (pinchen cada una para ver mejor)
Finalmente se juntaban ambos grupos y se les mostraba esta imagen tan conocida:
Se le pedía luego a un miembro al azar que describiera qué veía; si había pertenecido al primer grupo (imagen 1) describía siempre una joven, si al segundo grupo (imagen 2), una anciana. El experimento siempre acababa con una discusión sobre lo que veían, dos conceptos tan dispares como la juventud o la ancianidad, pero a fin de cuentas ambas reales. Hasta que no les ponían las referencias correctas el grupo podía pasar horas discutiendo si veían el collar de la joven o la boca de la anciana. Nadie era capaz de ver lo que el otro le marcaba porque estaban condicionados por la imagen previa que se les había dado.
Así pasa exactamente cuando nos encontramos ante las críticas de los demás. Por lo general el otro sólo tiene la información de qué y cómo es la escuela, está condicionado por el paradigma dominante. Nosotros ya vimos las dos imágenes, somos capaces de ver la joven y la anciana. Puede que tengamos éxito en demostrar que existen ambas pero lo más probable es que el otro no las vea en absoluto, seguirá, por más que nos esmeremos intensamente, viendo la boca de la anciana o el collar de la joven, nunca ambos.
Activando los escudos
Somos seres humanos por lo que es natural sentirse mal cuando nos critican. Sin embargo cuando las críticas nos afectan es porque algo en nuestro interior se activa como un escudo. Es evidente que nos afecta, sí, pero en nuestra propia inseguridad.
En dos años he tratado de poner en práctica varias técnicas para no sentirme en situación de examen o que me hieran las críticas: contar hasta 10, mirar al otro con condescendencia, en fin. Lo único que me ayudó fue recordar este experimento que había leído en un libro de Stephen R. Covey (Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva) y resignarme a que por más que me desgañite el otro no me iba a entender.
Si te está afectando las críticas preguntate antes de responder por qué realmente te está afectando, qué es lo que te debe estar molestando de esa crítica. ¿Será que aun no te sentis capaz de llevar adelante esto? ¿será que siempre de alguna manera necesitaste la aprobación de los demás?, ¿querés que tus hijos se sientan igual?. Si te afectan las críticas recordá que también afectará a tus hijos. Son grandes esponjas!
Desde ya, admitamos, hay críticas que son muy mal intencionadas.Hay que saber detectar muy bien cuándo se nos critica de puros pisabrotes y cuándo por condicionamiento. A los primeros hay que ignorarlos, sin miedo, olímpicamente o usar algunas de las frases del manual del cachetazo social (algún día lo escribiré!); a los segundos puede que si me dan las energías pudiera hacerles ver alguito de lo que nosotros sí vemos, aunque insisto en lo inútil del caso.
No hay que desesperar, ni meterse en una nuez para no tener que dar explicaciones. Siempre hay que tener presente que lo UNICO importante acá son nuestros hijos y su bienestar y que nadie, pero nadie sabe mejor que nosotros al respecto.
Por ello, sea que hace un tiempo que estés en este trayecto o que estés por arrancar, primero enyoguizate y preparate para este tipo de situaciones, segundo tené presente dónde está parado cada uno.
A mi me sorprende ver como la gente opina cuando se entera y te empiezan a recomendar colegios que conocen que serían buenos para tus hijos… y yo les digo: “no, no entendiste, no lo mando más a la escuela ni lo voy a mandar; es evidente que pensamos distinto, no trates de convencerme de nada porque es inútil”. Y se quedan ahí…. sin saber qué decir. Claro, convengamos que siempre tuve un carácter fuerte y soy determinante cuando tomo una decisión. Se ve que mi inconsciente sabía que iba a necesitar éste carácter jajaja!
Siiii también me pasó! jajaja Es más cada reunión familiar donde coincidimos con mi cuñada me dice que “en secundario seguro hay más opciones” y yo la verdad que ahora le doy el sí de los locos porque evidentemente no entienden nada como decís.
Excelente artículo Paula, al igual que los comentarios. Ese tipo de intromisiones son las que atentan contra todos los tipos de esfuerzos por evolucionar en cualquier aspecto…
Me encantaron los consejos! Ya editaste el manual del cachetazo social? 🙂
jajajajajajaja nooo pero lo voy a hacer jajaja
Me sentí muy identificada cuando hablás de “dar examen” frente a los otros! Me di cuenta de que lo hacía al principio sobre todo frente a mis padres, suponiendo que les interesaba saber qué y cómo hacíamos hasta que un día hice un poco de silencio y…me di cuenta de que nunca nadie me había preguntado nada!!! jajaj así que dejé de rendir cuentas y me hice cargo de que eso me pasaba por un mambo que traigo de chica de querer “complacer” (a mis padres sobre todo) o “demostrar” que hago las cosas bien. Cuando pude verlo, entonces cambié de actitud y la verdad me reí mucho de mí misma y me saqué una mochila (total iba a ser al pedo el esfuerzo! jaj). En cuanto a lo que comentan de los que intentan mostrarse piolas con nosotros pero amedrentan a los peques cuando uno no está, son personas con actitudes lamentables y de mucha bajeza. Me ha pasado también y eso ha provocado crisis importantes en mi hijo que en ese momento tenía 5 años, de modo que nos hizo tomar conciencia a mi compañero y a mí que uno de los puntos primordiales que debíamos trabajar, era el empoderamiento de nuestro hijo. Así fue como lo seguimos muy de cerca tratando de ayudarlo a poner sus propios miedos e inseguridades en palabras, deconstruyendo cada crítica u observación maliciosa de las que era víctima y los resultados fueron admirables!! Hoy él mismo elige, a sus 7 años, ante quién dedicará tiempo explicando su experiencia y ante quién no. Cuando se cruza con este segundo tipo de gente, ha preferido seguir el camino más sencillo y corto: termina contestando lo que sabe que el otro desea oír! jaj Por ej, el año pasado estábamos en la playa al inicio de clases y lógicamente no faltó quién le dijera “Pero vos no vas a ir a la escuelaaa??” Lo escuché decir “No, están de paro” .La gente le creyó y dejó de interrogar! Él me miró de reojo y por lo bajo me dijo “Es que no tengo ganas de explicarles todo, má” jajaj
Así de cruda es la verdad! Si te molesta la crítica, primero necesitas saber desde dónde estableces tus acciones. Porque el otro no cambiará, los únicos que tenemos que cambiar somos nosotros.
A mi y a Sofi, generalmente la gente ni se atreve a criticarnos, porque Sofi se encarga de mostrar sus talentos ( y uno de ellos es la “labia” )y enseguida dice que ella no va a la escuela. Por lo cual todo el mundo se queda con la boca abierta y no paran de decir ¡Qué Maravilla!, a lo cual también me encargo yo luego de reforzar jajaja, Obviamente que en mi caso no se trata de miedo, sino de curiosidad de ver la reacción de la gente que siempre es positiva. Pero hace unos días sucedió algo por fuera de la norma. Una mujer que cuida a una nena y la lleva a la misma escuela de baile que va Sofi, ya había hablado suficiente conmigo y estaba maravillada con que Sofi no iba a la escuela. Pero esta vez, Sofi fué sola a danzas y esta mujer mostró la hilacha de envidia y juzgamiento, diciéndole a Sofi que NO ESTABA DE ACUERDO PARA NADA Y blablabla.!!! Obviamente mi hija sacó a relucir su más acentuado talento y le dijo de todo, pero con respeto. Pero regresó enojada a contarme. Mi sorpresa es ¿en qué no estaba de acuerdo esta mujer? ¿Podría estar o no de acuerdo en algo que jamás le preguntamos? ¿Qué importancia tiene si está de acuerdo o no, si es una desconocida? Bueno, me dio mucha risa de ver cómo la gente se hace la “guapa” con quienes suponen que no se podrán defender y se equivocan, jajaja porque mi hija se defendió excelentemente. Pero por otro lado gastan energía en opinar, cuando saben que nadie les dará bolilla.
Lo único sensato que se puede hacer con estos “pisa brotes” jajajajaja, es IG-NO-RAR-LOS.
Qué lindo artículo!! me gustó la hilarancia escondida en algo que aparenta ser problema.!!
Cariños
Silvana Paola Gonella
jjajaja Sil es así! muchos no se animan a discutir con quien intuyen se meterán en un brete o los darán vuelta como una media, entonces piensan que con los chicos pueden arremeter mejor! Grave error!