Si hay algo popular y que pega mucho en el caralibro son las fotos con frases. Las tenemos de todo tipo y tengo una teoría que podría resumirse en “dime qué compartes en facebook y te diré quién eres“. Es que hay gente que realmente no puede compartir otra cosa que dramas, otras frases depresivas, muchos (más bien muchas digamos las cosas como son, que la mayoría son mujeres) frases del tipo resentidas, esas que evidentemente van dirigidas a alguien pero no da para etiquetar. Pero otras veces hay imágenes con frases que te vienen en el momento justo, en la medida justa, con las palabras justas. Hoy fue uno de esos días en que me topé con una de esas cosas que te dejan rumiando pensamientos varios. La imagen era esta:
Hay circunstancias en la vida que requieren realmente decir basta, tomar una decisión, definir a dónde tenemos o queremos ir y no mirar para atrás. Hay decisiones en la vida que no pueden negociarse. El no saber cómo lograr dónde queremos llegar, qué camino tomar y cuál es el mejor recorrido es ciertamente una dificultad a sortear, nadie dijo que era fácil. Pero si estuviéramos perdidos en medio de una calle que no conocemos, sería insensato quedarse ahí esperando que algo venga por nosotros, que nos rescate y nos ponga en el camino correcto, ¿verdad? Lo normal sería moverse, buscar a quién preguntar mínimo dónde estamos, cómo llegamos a tal lado, evaluar si el camino que nos han dicho es el más corto, el más largo, el que más me conviene, o no. Sin embargo no nos manejamos de manera tan evidente en nuestra vida y me asombra la capacidad de tolerancia, aguante y adaptabilidad (si cabe la palabra) que podemos tener los seres humanos.
Eso se evidencia notablemente en las personas que todo lo esperan de arriba. La pésima situación en la que se encuentran es siempre por algo externo: el marido/mujer; la directora del colegio, el barrio donde vive, los padres que tuvo, el gobierno de turno. Son personas que se quejan todo el tiempo y de las que aprendí (con grandes sufrimientos obviamente) que lo último que buscan es que les des una sugerencia o les tires una soga. Es que me di cuenta que eso al fin y al cabo no siempre es ayudar, no es empoderar al otro el tratar de resolverles las cosas o desesperarse junto a ellos. Es gente que se regodea de que todo le salga mal y en cuanto dan dos pasos para adelante, algo van a encontrar seguro para rebotar 4 para atrás. Estas personas existen, a montones, pero no metamos a todos los gatos en la misma bolsa.
Programados por el pánico
Es lógico que si venimos de un sistema que ha penado siempre el error, de un sistema que constantemente nos pone en duda como padres, un sistema que nos ha hecho dependientes de lo que dicen los “expertos” o los “especialistas”, la gente actúe con miedo o que directamente no se atreva a actuar en absoluto. No se puede pretender que de la noche a la mañana cambiemos viejos patrones de conducta.
Ojo, me es totalmente evidente y claro que hay gente que es cómoda, que es más fácil pedir una “receta” sobre cómo hacer las cosas. Pero la gran mayoría tiene miedo, se abatata ante los problemas gracias al poder de la obediencia con el que nos han “educado”. Por eso también nos duele tanto las críticas, directas o solapadas, a las que muchas veces nos vemos expuestos cuando comentamos que nuestros hijos no van a la escuela o que estamos considerando la posibilidad de no enviarlos más.
Cuando en una primerísima y muy corta instancia yo estaba con la idea de hacer rendir a mis hijos, en realidad me di cuenta que mi verdadero miedo no era si el día de mañana iban a poder encontrar trabajo o no, si iban a poder o no entrar en la Universidad- hoy me queda completamente claro que sí podrán si realmente lo quieren hacer- sino que ya se me estremecía el hígado y se me achicharraban los intestinos cuando pensaba en esas reuniones familiares donde me pudieran preguntar “¿y?, ¿cuándo rinde la nena?, ¿cómo le fue?“.
Pero después de mucho pensar y devanarme la sesera me di cuenta que la gente siempre va a encontrar razones para criticarnos; después de todo ya lo dice el dicho “clavo que sobresale se lleva un martillazo”. La gente que está mal con una determinada situación no soporta que el otro haga algo para cambiar, le da miedo, la perturba, la desacomoda, la saca de su zona de confort. ¿Un desafío?, la próxima vez que salga el tema y los miren raro con apenas nombrar el hecho de que sus hijos no van al cole o que se están planteando el hecho de retirarlos, en vez de angustiarse o ponerse nerviosos saquen una meticulosa radiografía de la persona. Traten de indagar (aunque disimuladamente, claro) qué tipo de cuestiones la está aquejando, qué tipo de experiencia escolar han tenido ellos mismos o sus hijos. Se van a sorprender, se van a percatar seguramente que esa persona tiene algo en su vida que la molesta, que no sabe cómo solucionar o, peor, que lo sabe pero no se anima, no se resuelve a ponerse en acción.
Decisiones invertidas
Muchas veces tomamos malas decisiones, es cierto. De esto también deberíamos aprender en vez de deprimirnos y culparnos eternamente. La autoflagelación no resuelve ningún problema, al contrario, aporta otro más al que ya tenemos de haber decidido mal. Sin embargo cuando decimos un basta a medias en una determinada situación o tomamos una decisión por pura desesperación sin realmente estar seguros, terminamos corriendo un riesgo mayor al de equivocarnos porque pensamos que de volver a como estábamos antes, a esa falsa zona de confort al menos apelaremos a aquel consuelo de tontos “más vale malo conocido que bueno por conocer”.
Me ha pesado, por ejemplo, ver en este camino del educar en casa, personas que desesperadas porque no logran organizarse o porque el colegio los sigue molestando con burocracias varias, o porque los han citado, o porque la familia y amigos los boicotean todo el tiempo, decidir finalmente el volver a lo viejo conocido- el colegio- con tal de no tener que lidiar con todo eso. Familias que han educado la primaria en casa pero volver en la secundaria porque sienten que los temas los desbordan, o- peor- volver al sistema porque un examen libre ha salido mal y el mundo se les vino abajo de un soplo. Ni que hablar de los que en realidad nunca han blanqueado realmente su condición de homeschoolers y patean pelotas y transpiran por cada charla diaria que se genera con cualquiera porque a la larga es inevitable que nos hagan la fatal pregunta “del cole”.
Pero algo bueno que tenemos como seres humanos, aunque nos cueste horrores, aunque la vida se empeñe en querer demostrarnos lo contrario o lo imposible que parece, es que podemos cambiar. Pero cualquier cambio externo tiene que venir previamente dirigido por uno interno. Cuanto más seguro estemos de lo que queremos más seguro estaremos de cómo conseguirlo, en este sentido si tengo bien en claro que no quiero que mis hijos sufran más por tener que ir al colegio, si quiero que realmente reciban una educación totalmente distinta a la única que me ofrecen como posible desde lo institucional, si tengo bien en claro porqué no quiero volver a depender de eso, ni que ellos tengan que depender de ello… cualquier otro obstáculo será completamente “saltable”.
Porque de esto también aprenden nuestros hijos. Aunque no lo parezca, ellos, sea la edad que sea que tengan, también incorporarán algo tan importante- gracias a eso llamado ejemplo- cómo se resuelven los problemas, cómo lidiar con la disconformidad y qué hacer con ella.
Paula, me encantó tu artículo! Coincido mucho con tus ideas y me considero una revolucionaria pacífica, y las críticas y comentarios negativos me impulsan a seguir adelante, y no es fácil, pero tampoco imposible 🙂
Qué bueno coincidir Vicky!! yo también me considero una revolucionaria ante críticas negativas! 😀
Que interesantísimo artículo, Pauli!!! Me identifico con cada cosa que decís! Hace unos años, cuando decidimos que no mandaríamos a nuestro hijo al cole, pensaba que ante cada crítica que recibiera del afuera, se me iba a venir el mundo abajo, pero que a su vez si yo lograba sostener mi mundo y que no se derrumbara y lograba explicar los “por que” y beneficios de educar en casa, esas críticas se disolverían… Afortunadamente después me dí cuenta que mi mundo se sostiene por la coherencia entre mi sentir y mi accionar y no por las opiniones (a favor o en contra) de los demás, y que aunque me exprimiera el cerebro y el habla intentando explicar los beneficios de educar en casa, las críticas iban a estar siempre, porque, creo yo, tienen mas que ver con las vivencias internas y externas de quienes las emiten y no con quienes las recibimos…
Una vez mas, muchas gracias por compartirnos tus reflexiones que siempre son un gran aporte a nuestro crecimiento!! Un beso grande.
Valeria!! perdón por la tardanza en responder.¡Qué lindo tenerte por acá! No sabés cuánto te entiendo, como puse en el artículo también me pasaba de sentir que el mundo se derrumbaba y me desvivía en explicaciones hasta que me di cuenta que realmente incluso ni me las pedían! jajaja Me avivé que muchas veces ya entraba a explicar de antemano, y después cuando resolví que no iban a rendir hasta que ellos lo creen necesario también me encontré explicando que en realidad iban a rendir en 7mo y bla bla…Tan al cuete todo! pero es normal darse cuenta después, uno al principio reacciona como está acostumbrado, atajándose jaja.
De hecho parece mentira pero ahora que lo tengo tan en claro y ni me gasto en esconder nada o en tratar de evadir el hecho que van o no al cole, cuando lo tiro así de una cuando infaltablemente te preguntan ¡Qué no fueron al cole hoy? o ¿Cómo va el cole? la gente ni se sorprende, por ahí te dicen “ah, no? no van? como diciendo uuu qué pasó pero así como si fuera lo más normal del mundo les digo “nada, me harté del sistema, estudian en casa y este año recién están en un plan a distancia” y se termina ahí la cosa… al menos por ahora que nunca falta el aguafiestas no? jajaja
Gracias chicas! y sí Gaby, obvio que depende de cada familia. Lo triste es ver que alguien está realmente mal y que no se anime a cambiar por miedo, no por convicciones u otra cosa de tanto peso sino por miedo a cometer errores y eso es como una parálisis.
Yo será que sufrí tantas cosas y me perdí de tantas otras por puro miedosa que realmente en cuanto identifico que no estoy bien con algo y no sé como resolverlo por puro miedo, hago todo lo posible por actuar de alguna manera, chiquita, mediana o de un salto al vacío pero hacer algo, cambiar algo sino siempre nos quedamos en el mismo lugar.
Yo he llegado a dejar un laburo cuando la situación económica nuestra era pésima pero muy pésima porque simplemente llegaba todos los días a casa llorando y me iba y volvía con la nena dormida…. no es vida eso y renuncié sabiendo que si tenía que limpiar pisos o vender ballenitas en el tren lo iba a hacer, pero algo diferente tenía que hacer si estaba incómoda e infeliz y además hacía infeliz al resto de mi familia estando así. Es ponerse a sopesar a veces, arriesgarse. Puede fallar como diría Tusan pero la mayoría de las veces sale bien.
Que buena reflexión!!! A mi con este tema, y en realidad con todos los que tienen que ver con cómo educar (desde hasta cuando se da la teta, colecho, etc, etc) lo que más me chirría es la falta de aceptación de lo diferente que tiene la gente. Cada uno tiene su librito (que no estaría mal) y si no encajas en él, estas haciendo las cosas mal. Cuando en realidad maneras hay muchas y la elección es de cada familia.
Saludos Pau! Como siempre te digo, vos seguí adelante que es lo que te dicta la mente y el corazón!
Y siii Pauli, no solo se trata de saber donde se quiere llegar, sino de no volver atrás hacia donde no se quiere. Muchas personas tremendamente inseguras toman una decisión y al rato se desdicen y hacen lo contrario a lo planeado o a veces toman caminos aledaños para ver que pasa… Eso es realmente peligroso a todos los niveles y el más preocupante de todos es el aspecto psicológico propio de la persona insegura, ya que actúa siendo infiel a sí misma y más temprano que tarde se lo reprochará. Incluso los hijos están viendo, escuchando y registrando todo aún sin poder expresarlo adecuadamente y entonces aparecen los síntomas de alguna enfermedad, a veces fiebre, a veces algún problema conductual o psíquico etc. Antes de correr a tontas y a locas a consultar a cuanto médico y especialista creen que los ayudarán, deben revisar qué estuvo pasando en sus hogares últimamente, qué conflictos tenían, que problemas han tenido los adultos, que discusiones matrimoniales, qué peleas con familiares etc. Es ahí donde encontrarán la clave de lo que sufren sus hijos. Pero esta sociedad entera si quiere madurar, crecer y que sus integrantes tengan buenas vidas ( ya que ahora pareciera que muchos están en un estado de infancia eterna a nivel madurativo) Necesitarán conocerse a sí mismos, empezar a tomar buenas decisiones y sostenerlas para que los resultados sean los deseados.
Como siempre Pauli, tu artículo es increíblemente certero y dio en el exacto blanco! Me encanta leerte y coincido con vos plenamente. Me da muchísimo placer saber que cuento con una amiga que es mi espejo!! Te quiero mucho
Silvana Gonella
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