En estos días me encuentro en la ardua tarea de catalogar los libros que pertenecían a mi papá. Es una tarea titánica no solo por la cantidad enorme de libros que poseía sino por la calidad de los mismos (ediciones únicas, libros antiguos, etc) Para que se den una mínima idea de la cantidad que hay, la habitación en la que dormimos con mi marido tiene obviamente cuatro paredes de las cuales dos son enormes estanterías del piso al techo con libros. Cuando quito un libro de un estante descubro que atrás hay otra fila más de libros y así sucesivamente en el living de casa y en el garaje al que jamás llamamos garaje puesto que como mi padre no tenía auto montó su biblioteca allí y por eso siempre se la nombró como “la biblioteca”. En una de esas tareas en las que encuentro realmente joyas de las que no quisiera desprenderme, hallé un pequeño librito llamado “Valores fundamentales de la educación” de A. González Alvarez, catedrático de Metafísica en la Universidad Complutense de Madrid.
Es una publicación de 1978 con una visión católica sobre la familia, la educación y la sociedad realmente muy interesante. Pero lo que más me llamó la atención es el siguiente párrafo que mi padre, como era su costumbre, subrayó con un gran signo de exclamación. Mi papá solía resaltar siempre en lápiz aquello con lo que coincidía, cuando no estaba de acuerdo siempre se tomaba la molestia de poner al pie una nota refutando lo leído.
“Ya quedó puesto en relieve que la educación es un grito de la naturaleza, que no pretende únicamente la generación, sino también la promoción y el desarrollo hasta el estado perfecto del hombre en cuanto tal, por la transformación de las virtualidades en virtudes. Estamos ante la más limpia fuente de los deberes familiares de educar. Los hijos tienen el derecho natural a ser educados precisamente por sus padres. (…)
La obligación familiar de la educación de los hijos considerada en relación a terceros se transforma en un derecho inviolable. Nada ni nadie tiene poder moral para privar a los padres de semejantes derecho o impedir de alguna manera su ejercicio. Es, sencillamente, porque se trata del derecho a cumplir con el deber.”
Cuando leí esto y encima subrayado de tal manera, me pregunté qué hubiera pasado si de pronto mis padres hubieran conocido la opción del educar en casa. ¿Habrían realmente ejercido este derecho?, ¿se habrían animado, confiado en sí mismos para hacerlo? Sabiendo cuán importante era para ellos, especialmente para mi padre, la formación académica se me da por pensar que hubieran apostado siempre al colegio a no ser que yo hubiera insistido en no ir, en educarme en casa. Lástima que ni sabía de esta opción, que nunca se me dio por decir basta. Tener tanta paciencia a veces no es del todo bueno, parece.
Otra de las cosas que realmente me gustó leer en este cuadernillo fue sobre la educación religiosa de los colegios. Una de las cosas que nunca me gustaron de los colegios católicos es el hecho de enseñar la fe en vez de practicarla. Una materia más cuando no debería serlo. Es más, siempre critiqué que se impusiera a los chicos la primera Comunión o la Confirmación cuando a tan corta edad realmente dudo que entiendan cabalmente qué es lo que están celebrando. Cuando mi hija aun estaba en 3ro (a días de ser desescolarizada) tuve la primera reunión para la catequesis de Comunión y recuerdo acercarme a la catequista al final [GARD align=”right”] de la reunión para expresarle que en realidad no sabía si mi hija tomaría la comunión en 4to ya que yo quería que naciera de ella esa decisión. La respuesta de la catequista me lo dejó clarísimo! “vas a ver que cuando sus compañeritas empiecen a hablar del vestido y la fiesta, ella también va a querer tomarla”. Me quedé helada y durante un tiempo mi hija me pidió tomar la Comunión pero cuando le preguntaba porqué no me respondía claramente. Hace unos días me confesó que había querido tomarla por la plata. ( Para quienes no profesen el catolicismo, es tradición regalar dinero a los niños que toman su primera comunión). Hablamos mucho después de esa confesión y debo decir que respiré aliviada ya que me sentía un poco culpable de patear la pelota. Ahora sé que a futuro cuando quiera tomarla lo hará, pero con compromiso real y sabiendo qué significa.
Transcribo entonces lo que había leído en este libro y me gustó.
“El lugar de la educación religiosa en la escuela reviste especiales características. Está en juego la profunda libertad del hombre. La educación religiosa no puede implantarse con carácter obligatorio. La fe es un obsequio racional, y la religión impuesta, muy grave profanación. La religión, como la fe, se propone libremente a libertades. Pero la libertad está encerrada en el alma del niño, y el adolescente no tiene aún enteramente actualizada su capacidad de elección. ¿A quién incumbe la decisión en asunto de tanta monta?
Es evidente que sólo los padres son los titulares de una doble elección: de la libertad de ejercicio para reclamar o rechazar la educación religiosa de sus hijos, y de la llamada libertad de especificación para exigir una determinada forma de educación religiosa. Por tanto, la educación religiosa impartida en las escuelas, habrá de ser precisamente la elegida con entera libertad por los padres de los propios educandos”.
Si bien hay cosas que no comparto en un 100%, en general me parece acertada esta visión donde recae en los padres el mayor desafío de educar en una determinada fe. Una visión que se completa y se entiende mejor si se lee todo el libro y lo que plantea. Prometo escanearlo para subirlo y compartirlo ya que realmente más allá de la religión a la que uno adscriba, o no, todo lo que plantea en relación a la educación es invaluable.
Y para ir cerrando, comentarles que hace mucho que quiero hablar sobre el tema de la religión en la formación de mis hijos, pero lo dejaré para más adelante.
Antes que nada me alegro muchísimo que hayas encontrado esta joyita de libro y que tu papá que me contaste que leía muchísimo, tenía estas inquietudes. Qué tema el de la religión!!!! Me pasa como a vos, no coincido al 100% pero si en una gran parte y no hay que olvidar la fecha en la que fué escrito el libro, porque ellos estaban de lleno inmersos en el viejo paradigma. No obstante es notorio que ese pensamiento en cierta forma es más que revolucionario, mejor dicho re-evolucionario. que no es lo mismo!!!!
Me hubiera gustado mucho tener la dicha de conocer a tu papá, porque me contaste que era muy culto y tenía ideas propias!!!! Pero a través de que vos nos muestres sus subrayados, podemos ver que era un GRAN hombre.
Hermoso el tema
Abrazos
Silvana Gonella
http://www.educandoconciencia.com.ar
Sabés que iba a hacer esa acotación justamente lo de la fecha en que fue publicado y lo que dice!!. Pero es cierto, un GRAN hombre le queda corto.