Cuando ahora comento que mis hijos no van más al colegio es infaltable que me pregunten a qué colegio irán el año próximo.
Al explicar el hecho que no irán a ninguno porque aplicamos la educación en casa, debo reconocer que al ser yo docente la mayoría no se sorprende tanto. Conciben, supongo, que al tener yo alguna especie de título habilitante para enseñar puedo perfectamente llevar a cabo esto. Otros, sin embargo, entienden un poco mejor- bastante diría yo- cuál es el quid de la cuestión y es entonces cuando me plantean cómo uno puede sentirse defraudado con el sistema y seguir siendo parte de él.
Este tema irremediablemente tendrá que salir por partes porque es mucho lo que tengo para expresar al respecto y no quiero quedarme en la mera enumeración de los problemas sobre la educación sino aportar también ideas sobre qué cosas y cómo podría mejorarse la escuela. Algunas de esas ideas las considero bastante simples de implementar porque creo que bastaría con la buena voluntad de todos los agentes de la educación formal, otras, tomarían seguramente mucho tiempo para asentarse como cambio pero no por ello, aunque muchos lo verían así, son utópicas.
Para empezar y tal como está la educación escolar en estos días rotundamente diría que NO. No es para nada compatible ser parte del sistema y a la vez implementar la educación en el hogar. Hace años que tengo problemas emocionales por ser docente. Problemas que John Taylor Gatto explica mejor en su artículo “¿Cuántas pruebas más hacen falta?”. Nunca me sentí más identificada con sus palabras como con este texto. Y cada vez se pone peor.
No me molestan las alumnas que piden ir al baño en horas de clase, no me molesta aun cuando siento que lo piden nada más que para “pasear”. Jamás se los niego aunque va contra las reglas del colegio, las rompo porque hasta nosotros, los más grandes tenemos necesidad muchas veces de levantarnos después de estar tanto tiempo sentados, de despejarnos cuando estamos cansados, etc.
No me molesta que coman en clase mientras sepan guardar una limpieza digna, ni aun me molesta cuando están comiendo mientras hacen un trabajo, leen o están en prueba. ¿Acaso nosotros, y digo los docentes, muchas veces no tomamos café o mate mientras corregimos? De la misma manera no me molesta que escuchen música con sus auriculares mientras yo u otr@ compañer@ no esté hablando. Si trabajan mejor con música que la escuchen y hasta diría que muchas veces es así. Si escuchan música no se distraen tanto como si no la escuchasen y entonces apelan a charlar con el de al lado. Cosa que tampoco me molesta si lo saben hacer en voz natural, sin gritos de “cancha” como suelo decirles.
Pero el sistema te lleva a que siempre te acoples a sus reglas y medidas. Si está prohibido el celular y los auriculares en clase no me puedo arriesgar a que entre la directora y vea a más de uno moviendo la cabecita. No importa si ve que trabajan y están tranquilos, está prohibido y ya.
Y está prohibido ir al baño, pararse, charlar con la de al lado (aunque la escuela se llene la boca diciendo que no hay mejor lugar para socializar).
El famoso “código de conducta”, “contrato”, o como quieren llamarlo está presente hoy en la mayoría de los colegios y para ello desde el director hasta docentes, preceptores y secretarios o porteros tienen que ser “coherentes” en lo que piden. Esto tendría que estar prohibido entonces se lo prohíbe y todos tenemos que hacerlo cumplir. Cuando no lo hacés corrés el riesgo de ser tachado como ese docente “dejado” que no le importa nada los alumnos y que con tal que no jodan molesten los dejás hacer a su antojo.
Se sufre, se sufre ver que de alguna u otra manera terminás cayendo en el sistema retando, pidiendo que se sienten, que guarden celulares, que no hablen, que no duerman en clase, que si se portan mal no irán al baño, etc, etc. Así ¿cómo podés ser feliz dando clases?.
No niego que disfruto de mi tarea muchas veces porque cuando sabés cómo acercarte a los chicos la gratificación es inmensa. Te buscan, te cuentan sus cosas, hay contacto personal y eso es bueno pero lamentablemente eso no ayuda al 100% para que aprendan o se sientan atraídos al aprendizaje, para que sepan resolver problemas, para que sean creativos. Pedimos creatividad y a la vez la matamos pensando que muchas veces un alumno inquieto, que responde “fuera de la norma” es un irrespetuoso.
Es verdad que como docente lo primero que uno tiene que sortear es la falta de valor que se le da a la educación, mal interpretándola que solo se trata de “contenidos” de “academicismo”. A los padres (o a la mayoría de ellos) si das dos temas en todo el año les molesta tanto como si das todo el programa completo. No importa que gracias a esos dos temas hayas terminado por aprender otras tantas cosas, expresado un millón de ideas y hasta encontrado lo que verdaderamente te gustaría hacer en la vida. Les molesta también que según sus hijos “te la pasas hablando con ellos de la vida” y en realidad no se dan cuenta que muchas veces cubrimos un acto tan simple como es el escuchar y aconsejar que evidentemente no lo encuentran en otras esferas de la vida.
El tema es complejo pero no por ello imposible de abordar. Hasta aquí que les quede una simple y muy escueta introducción al tema, que sepan que así como desscolaricé a mis hijos seguramente no pasará mucho tiempo en que también me desescolarice yo.
Pola, que tema difícil, hay escuelas y escuelas, claro esta. A la que va mi hija por ejemplo, es una escuela que tiene muuuchas cosas buenas, y otras que al menos a mi no me gustan tanto. Por ejemplo, que los chicos no jueguen. Juegan, pero creo que deberían jugar más. Si pensamos que están 8 horas en la escuela, al menos yo considero, que como mínimo 4 de esas 8 horas, tienen que aprender jugando, y si se puede las 8, mejor. Entiendo que tienen que aprender normas también, aprender a hacer cosas aunque no tengan muchas ganas, porque es parte de la vida. Pero creo que eso se aprende de a poco, un ratito haciendo algo por deber, es suficiente, no todo el día. Que la mayor parte del día, ellos sean chicos jugando!!! Lo que no significa que no aprendan. Hablabas de poco o mucho contenido. En mi caso, creo que tiene muchos contenidos, no porque no quiero que los tenga, sino porque prefiero menos y que disfrute más. O los mismos, pero agregándole más disfrute. Pero claro, mucho no puedo opinar, porque una no esta las 8 horas ahí mirando y lo que te cuentan nunca es todo. Puede que sea una apreciación mía. Pero miro los cuadernos, y a veces, hasta a mi me aburre. :/ Para pensar 😉
He dado con este blog a través de los premios 20 minutos. Me encanta muchas de las cosas que decís, muy acertadas, especialmente en darnos cuenta que ayudar a crecer es ayudar a desarrollar las potencialidades de nuestros hijos, sobretodo escuchándolos, no ‘domesticarlos’ para que sean de una determinada manera ‘estándar’ que es la que la sociedad fija según criterios más o menos arbitrarios.
Saludos y felicidades desde aturant-meenelcami.blogspot.com.es
Hola Pola!! Me encanto tu artículo, pues me siento muy identificada con lo que te pasa, pues yo gracias a Dios, no tengo la necesidad de salir a trabajar para ayudar a mi familia, experimenté el estar en el sistema educativo unos días antes de sacar a las nenas de la escuela, en la cual los padres no me querían, por tratar de enseñar y no dejar que solo jueguen y no hagan nada, que los contenidos que te “bajan” son casa vez más sin sentido, huecos, que no tiene una relación con nada, todo tomado de los pelos… etc… me propusieron tomar el cargo que quedaba bacante hasta fin de año, pero dijo “NO” porque me parecía ir en contra de lo que pedíamos, pero también es muy sirte que si criticamos, pedimos un cambio, tenemos que ayudar y poner nuestro granito de arena,pero es difícil encontrar el lugar en donde te dejen hacerlo, yo no lo encontré, pero como ahora estamos “educando en casa” con mayor intensidad que antes, se lo dedico enteramente a ellas y a mi familia, pues su educación no es una hora o dos por día, sino todo el tiempo y en cualquier momento, son tres y te necesitan mucho, necesitan una mamá el mayor tiempo posible.
Por ello también te admiro, porque hay que trabajar llegar a casa y ser mamá y ama de casa, cada día se hace más difícil pero como mujeres sacamos fuerzas y garra de donde sea.
Te sigo leyendo.
Y muchas gracias Silvana por la dedicación del artículo y poner difundir todo nuestros trabajos.
Un fuerte abrazo.
Lorena
Gracias Lore, me alegra que te guste aunque la verdad no dije ni el 10% de todo lo que quería jajaja es que es tanto para abarcar y tan complejo! Por eso también dije que iba a venir por partes la cosa.
Es cierto que todos tenemos que poner nuestro grano de arena pero hay veces que el propio sistema no te deja, pero los ejemplos los voy a plantear cuando hable de lo que para mí sería un ideal de escuela. Te mando un abrazote.
Hola Pola! qué tema! acabo de salir del cole en el que doy clases, despidiéndome de los chicos porque era el último día…
Yo tengo poca experiencia en el tema porque empecé este año la docencia (luego de requetepensarlo y ya más organizada con mis hijos pequeños). Y sí, los sentimientos son encontrados… Además, no puedo negar que ver la realidad desde adentro, tal vez, tuvo una poderosa influencia en nuestra decisión de desescolarizar los hijos.
Seguiré de cerca estos posts para compartir y reflexionar.
Saludos!!
Eugebc
Euge, gracias por pasar. Es cierto que los sentimientos son muy encontrados sobre todo porque como siempre digo no demonizo el colegio, estoy lejos de querer hacerlo simplemente es que viviendo desde dentro te das cuenta de las falencias por ahí mucho más que no estando. Soy testigo también de lo mucho que hacen los “buenos” colegios, por decirle de alguna manera, donde los docentes se preocupan mucho por los alumnos, a Dios gracias estoy en uno así pero a la vez el sistema es el sistema y no se puede negar que como existe lo positivo también hay que saber ver lo negativo y no “acomodarse” a la idea de que es lo que hay, de lo que debe ser! Los cambios existen y se necesitan!