[su_quote cite=”Santiago Ramón Y Cajal”]”Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra ligereza o ignorancia” [/su_quote]
Cuando era chica no existía el cable. Con suerte y buen clima a favor, la antena te tomaba los cuatro canales principales. Uno veía lo que había. Me crié en consecuencia mirando mucha novela de la tarde, mucha Verónica Castro y Grecia Colmenares. No sé ustedes, pero de esas tiras me irritaba siempre lo mucho que sufrían las protagonistas, todo, incluso males físicos como quedarse inválidas, perder la razón o la vista. Se vivían quejando y llorando de su infortunio pero el mensaje era claro: si aguantas estoicamente, la vida te recompensará. Y parecía ser así. Al final terminaban encontrando al hijo perdido, se casaban con el muchachito guapo millonario y quedaban rodeados de los buenos después de exterminar a los malos.
Esto era una fiel representación de muchos aspectos culturales que hemos heredado donde se nos fue imponiendo que no solo sufrir nos garantiza el cielo; sino también que a la larga, la vida, Dios, algo externo a nosotros digamos, nos va a recompensar. La realidad del día a día no se da siempre así: muchos pobres mueren más pobres aún, el que se quedó ciego muere ciego y muchas mujeres y hombres son abandonados por su “alma gemela”.
De gusano a Mariposa
Para llegar a mariposa el gusano de seda debe alimentarse lo más que pueda para luego encerrarse en un capullo y transformarse. En ese universo oscuro donde nadie lo molesta comienza un proceso doloroso por el que tiene que atravesar por su cuenta. Si el gusano en esta fase esperase pacientemente que alguien viniese y rompiese su capullo para poder salir como mariposa, moriría. El gusano de seda no es una víctima de la naturaleza, es el protagonista. Debe hacer su propio camino, armar y romper su propio capullo.
Los seres humanos no somos tan diferentes. En algún momento de nuestra vida las cosas no salen como deseamos, tratamos de hacer todo lo que podemos y nos alimentamos de preguntas y reflexiones y posteriormente nos encerramos en nuestro propio capullo. El problema es que es justo en esta fase donde unos se arman de las herramientas necesarias para seguir la transformación, mientras otros se resisten a ello y justifican todo el tiempo lo terrible que es no llegar nunca a mariposa.
Mi capullo no se rompe!
Nadie me ayuda a romper mi capullo!
¿Cómo no se dan cuenta que necesito romper el capullo?
Es que mi capullo es demasiado duro
Es que aun no tengo las alas adecuadas para salir
[piopialo vcboxed=”1″]Cuando vives tu vida como protagonista, eres responsable y libre.[/piopialo]
Si la vives como una víctima, estarás al servicio de la esclavitud de las circunstancias. Es como echar los dados y que sea lo que sea. No puedes decidir sobre tí misma y muy posiblemente las cosas no se den nunca como quieres exactamente. Y, peor, cuando se den, no sabrás valorarlo. Considerarás que fue pura suerte.
Las personas que se victimizan todo el tiempo, y muy que les pese, son bastante egocéntricas. Se excusan siempre por las cosas que no logran y emiten juicios de valor sobre todo lo que NO pueden cambiar. Todo lo que les pase a los demás, bueno o malo, los afecta de alguna manera… siempre en forma negativa:
Si su mejor amiga se casa, ya no podrán compartir tanto tiempo juntas, se olvidará de ella. Si se pelea con su pareja, es que él no la entiende. Si no la ascienden, posiblemente es por ser mujer (o demasiado grande o demasiado joven), etc. Son personas que viven planteándose cosas como:
“Mi jefe no me valora, mis padres no me apoyan, el Gobierno no se ocupa, mi sueldo es una miseria, etc”
Las personas que aprenden de lo que les pasa se plantean las cosas diferente. Los protagonistas lideran su vida accionando lo necesario y hablándose diferente:
¿Cómo puedo hacer para que mi jefe me reconozca?, ¿para qué me sirve que mis padres me apoyen, cómo puedo lograrlo?, ¿qué cosas puedo hacer yo si el Gobierno no se ocupa?, ¿qué podría hacer para ganar más?, etc.
Un enfoque está afuera; el otro, dentro.
La historia de la humanidad está llena de personas de ambos tipos, pero ¿quiénes quedaron en los libros y son hoy recordadas?
Esta semana respondí un tweet del Ministro de Educación
@estebanbullrich sería genial que cada escuela cuente con su propio proyecto pedagógico. Basta de tanta homogeneidad educativa!
— Pabela (@Pabela) enero 19, 2016
Las respuestas que recibí de otros?:
“no tenés una idea mejor? Como q cada escuela tenga su proyecto? No se puede!”
“no se puede y no sirve! Sería un descontrol”.
“seria lo ideal pero estamos llenos de corrupción desde el personal de limpieza hasta la presidencia”
“hace 12años prefieren la ignorancia,para tener clientes planeros, nunca se hizo nada, hasta ahora”
Se me dio por pensar entonces cuáles serían las soluciones que estas personas podrían aportar para una “mejor calidad educativa” y ninguna fue capaz de responderme, seguían diciendo por qué NO se podía aplicar los proyectos, por qué era un desastre la educación y por qué el Gobierno esto y el Gobierno lo otro. La verdad, aprovecho a expresarme, estoy un poco con los ovarios al plato de escuchar “es que el Gobierno….”. No importa el color político del que lo emite, lo he escuchado de cuanto bando te puedas imaginar, pero es la justificación número uno que oigo a diario.
Analízate
Nos han condicionado así, reconozcámoslo. Siempre el problema es un problema de afuera con una solución que debería venir de afuera. Pero también, de la misma manera, asumamos que nunca nada cambiará si solo vivimos victimizándonos y no teniendo la responsabilidad (responsa-habilidad= habilidad de respuesta) de hacer en vez de justificar.
Te propongo eso, entonces. ¿Cuántas justificaciones eres capaz de emitir por semana? Hacé el desafío de apuntar cada vez que te reconozcas justificándote e intenta cambiar la justificación por una declaración. En vez del “es que…” cambia por el “voy a”.
Un ejemplo personal: el año pasado íbamos a pintar el living de casa. De hecho mi marido aceptó que en sus vacaciones comenzaríamos para aprovechar su tiempo libre. Cri cri cri… pasaron sus vacaciones y no pintó. Me dije: “ok, si empiezo yo quizá me ayude” cri cri cri… pasé un par de meses “pintando” de a puchitos y quejándome: es que no me ayudó, es que lo tengo que hacer todo yo, es que es demasiado trabajo para una sola persona, al final siempre pasa igual, etc. Finalmente reconocí que tanta queja no me iba a pintar el living y mucho menos lo iba a hacer mi marido quien ya había vuelto a trabajar y que, lo asumí y acepté, tenía derecho a llegar cansado a casa después de 10 hs de trabajo como para ponerse a pintar. ¿Qué crees que hice? ¡Obvio! Tomé la brocha, el rodillo, los tachos y terminé el trabajo, limpié todo, redecoré un poco y ¿ qué crees? Se siente mucho mejor haberlo hecho completamente sola! Si me hubiera quedado en la queja de que mi marido no pintó el living, no solo tendría aun el living hecho un desastre, sino que además me sentiría resentida con él.
Otra opción hubiera sido pedirle expresamente que me ayudara a pintar. No lo hice. Nunca le dije: por favor ayudame a pintar así este finde podemos acomodar todo. Supuse que el en su gracia e iluminación ser daría cuenta que debía ayudarme a pintar el living. Eso, esperar que milagrosamente la respuesta o acción venga de afuera, también es victimizarse. Yo me había puesto como la víctima de la NO acción de mi marido. ¿Ridículo, verdad?
Contáme, ¿cuál es tu excusa o justificación más usual? ¿qué cosas estás queriendo lograr que no puedes y qué explicaciones te estás dando para no haberlo logrado aún?