Que la educación de las escuelas tal como la conocemos ahora debe cambiar, está en boca de todos. Mientras en otros países no solo se está debatiendo seriamente sobre el paradigma imperante y generando cambios en consecuencia, en Argentina aun estamos a años luz de preguntarnos qué es educar, qué significa aprender y cómo.
Pero no está todo perdido, cada vez son más las escuelas libres y alternativas que generan una opción distinta para los que están buscando cosas nuevas y, por supuesto, cada vez más son las familias que se deciden por tomar por cuenta propia la educación integral de sus hijos sin delegarla a terceros. Pero en este último caso no siempre es fácil desprenderse de los años incontables que los padres hemos pasado en el sistema formal.
Deshacerse del viejo paradigma para poder abrir nuevos caminos de verdad, para preparar a los niños a vivir en un mundo en constante cambio y que puedan adaptarse a las reglas de juego siempre cambiantes (o mejor aun, plantear las propias) es un tema que genera ansiedad a las familias que recién comienzan en esta aventura.
Niños autodidactas, adultos emprendedores
Creo que todos queremos criar hijos felices. Hijos a quienes podamos de alguna manera “asegurarles” un futuro, una vida sin demasiados obstáculos. Pero nos olvidamos que la antigua receta de “estudia duro para llegar a ser alguien en la vida” ya no funciona. Hoy el trabajo en relación de dependencia no es garantía de una vida sin problemas, de algo seguro, de un “buen pasar”, de poder empezar una familia propia a la que no le falte nada. Tampoco tenemos esta seguridad aun cuando se sea un profesional o se tenga una punta de títulos que hagan de un curriculum vitae un verdadero tesoro invaluable.
Hoy las empresas buscan personas pro-activas, creativas, entusiastas y que sepan resolver los problemas del cliente. Pero ¿cómo llegar a ser personas de este tipo? ¿Cómo podríamos educar hijos que el día de mañana no tengan que esperar a que las cosas sucedan, criar hacedores y emprendedores en vez de meros empleados que deban someterse siempre a las leyes del mercado imperante?
La respuesta está en salirse del patrón de “aprendizaje” conocido y formal; apostar por formar niños capaces de ser autodidactas, que entiendan que el aprender es un proceso de por vida y que no acaba cuando se recibe un papel con la firma de algún decano. Hoy el mundo necesita de personas en constante crecimiento y que no se achique ante los problemas.
Esbocemos algunos apuntes interesantes para lograr esto:
1. Déjame que me equivoque
“No fueron mil intentos fallidos, fue un invento de mil pasos”, dijo Thomas Alva Edison cuando dio a conocer al mundo la bombilla de luz que hoy todos usamos. El científico probó cientos de materiales para hacer el filamento, básicamente se equivocó mil veces antes de dar con la solución. ¿Que hubiera sido de nosotros hoy si Edison se hubiera dado por vencido al 3er intento o al intento número 999?
La educación formal penaliza el error pero este es la herramienta fundamental y esencial para ganar sabiduría y experiencia. Dejar que nuestros hijos se equivoquen, prueben, resuelvan, se frustren es la mejor manera de abordar su aprendizaje.
2. Pedagogía de la pregunta.
¡Cómo nos gusta responder a cada cosa que nos preguntan! ¡Qué fácil es explicar algo o mostrar cómo hacerlo en vez de desarrollar nuestra paciencia por esperar a que ellos mismos se respondan, investiguen y encuentren las soluciones!.
Las nuevas generaciones traen incorporado el “gen de la información”, y con eso no quiero decir exclusivamente que ya nacen sabiendo cómo usar la tecnología actual; me refiero a que son niños el triple de curiosos e inquisitivos de lo que fuimos nosotros, sus padres.
3. Salirse del paradigma
Hay que salir del qué para abordar el cómo y el por qué. Como decíamos antes, hoy el qué cambia constantemente y es elemental formar niños que puedan adaptarse al cómo y el por qué aprender las cosas. Si lo piensan, esto es algo que hacemos todo el tiempo. ¿Quién no tuvo que aprender cómo cocinar (el por qué queda más que obvio) cuando nos independizamos de papá y mamá para vivir solos? Ahora imagínense si, tal como lo impone la educación formal, antes de poder mudarnos tuviéramos que haber aprendido todas las recetas existentes. Ridículo, ¿verdad?
4. ¡No me interrumpas!
El rol del docente tal como lo conocemos es totalmente obsoleto. Hoy necesitamos mentores, guías y personas que acompañen a los niños en el proceso de aprendizaje. Cuando tu hijo/a aprendía a hablar, ¿te has sentado a explicarle las normas de gramática y las reglas de acentuación? ¡Claro que no!, has modulado con él las palabras, has pronunciado “tuve” cuando él/ella dijo tení; has señalado al perro al que él/ella llamó guau guau y has dicho “pe-rrrrro”
Hay que dejar ir al concepto de “enseñar” para adquirir el de “aprender”. Debemos aprender con nuestros niños, acompañarlos en el proceso y disfrutarlo junto a ellos. ¿De qué sirve quejarte que tu hijo no lee si tu no agarras un libro? ¿por qué exigirle al niño que se aprenda los conflictos históricos si tú mismo tienes que ojear el manual para corroborar que va bien lo que te dice?
Este camino supone dejar nuestra zona de confort, sacudirse de encima los modelos conocidos, los prejuicios. Debemos re-programarnos nosotros mismos para confiar en que el ser humano es un aprendiz por naturaleza; es imposible no aprender. Ya lo dice por eso el dicho: “Todos los días se aprende algo nuevo”
Qué excelente artículo !!
Y llega a mi ahora, que estoy priorizando más que nunca la autonomía de Lucca.
Sí, porque pienso que la educación básica no comienza por aprenderse el abecedario ni sumas y restas. Estoy convencida de que comienza por aprender a satisfacer solo todo aquello para lo que vamos de a poco logrando habilidades.
Es decir, cuando el niño puede tomar solo el tenedor y pinchar su pedacito de zapallo, ahí ya puede comer solo. O antes, cuando puede “embocar” el trocito de comida con la mano en su propia boca, tal vez. Y así con todo, con lo cotidiano, y avanzando día a día, de acuerdo a su madurez.
En tus palabras Pauli, encuentro muchas mías, sí, y no es casualidad ( además creo mas vale en causalidades). Pasa que te he leido y te leo tanto ( además de que me siento identificada hasta con la forma de expresarte) que por eso, tal vez, cuando llega alguien a mi y me pregunta alguna cosa sobre desescolarización o temas relacionados, me sale todo aquello que aprendí de vos.
Perdón ! No es copia, sino que me siento casi tu discípula, si no te ofende.
Cariños a todos !!
Qué excelente artículo !!
Y llega a mi ahora, que estoy priorizando más que nunca la autonomía de Lucca.
Sí, porque pienso que la educación básica no comienza por aprenderse el abecedario ni sumas y restas. Estoy convencida de que comienza por aprender a satisfacer solo todo aquello para lo que vamos de a poco logrando habilidades.
Es decir, cuando el niño puede tomar solo el tenedor y pinchar su pedacito de zapallo, ahí ya puede comer solo. O antes, cuando puede “embocar” el trocito de comida con la mano en su propia boca, tal vez. Y así con todo, con lo cotidiano, y avanzando día a día, de acuerdo a su madurez.
En tus palabras Pauli, encuentro muchas mías, sí, y no es casualidad ( además creo mas vale en causalidades). Pasa que te he leido y te leo tanto ( además de que me siento identificada hasta con la forma de expresarte) que por eso, tal vez, cuando llega alguien a mi y me pregunta alguna cosa sobre desescolarización o temas relacionados, me sale todo aquello que aprendí de vos.
Perdón ! No es copia, sino que me siento casi tu discípula, si no te ofende.
Cariños a todos !!
Gracias Lili! Me da cosita que digas eso de mi porque por un lado me hace sentir muy bien y por el otro cuando empecé a escribir este blog realmente no me interesaba convertirme en referente, la verdad que lo único que me interesa es que sepan que hay otra manera, que no estamos solos y que si yo pude y puedo cualquiera puede.
No es fácil, venimos con tanta cosa encima los adultos que desprenderse de lo que uno sabe es lo más difícil. El desaprender me parece justo lo más difícil de educar en casa! jaja