Graduada Unschooler nos cuenta su experiencia educándose sin escuela

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Habiéndose ya graduado, esto es lo que mi hija comparte sobre su experiencia educativa en general. 

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Empecé mi educación formal a los tres años yendo a un jardín de infantes al que fui hasta los cinco. Recuerdo desde chiquita mantenerme con interés en aprender a leer y escribir ; en algunas ocaciones también  por aprender un mínimo de inglés gracias a mis maestras o mi mamá,  por los cuentos que encontraba en la casa de mi abuelo o que también mi mamá me conseguía.

Sin embargo, sentía al pasar el tiempo que realmente podía aprender más en casa o hacer lo mismo que hacía en el jardín en mi propio hogar. En el último año de jardín la única razón que realmente me mantenía para seguir yendo eran mis amistades. En estos años solía ver infinitas cantidad de  películas y programas de animación, con los cuales comenzó mi gran amor y pasión por el arte que a lo largo de los años desarrollé lentamente. Fue, en ese entonces, que comencé a   crear historias en mi cabeza, pero que luego alrededor de los seis años (al empezar la escuela primaria en una escuela diferente)  se haría más fuerte con aquellas tareas o exámenes en las cuales requería escribir una historia.

De chica tuve una infancia muy tranquila y la mayoría de influencias que recibía eran de las películas o programas animados que miraba en aquel entonces. Tenía todo tipo de intereses y como la mayoría de niños quería ser y hacer de todo al igual que ya tenía planeado a lo que me quería dedicar cuando fuera grande (cosa que cambiaba unas tres veces a la semana).  De niña fui muy abierta a aprender en la escuela, como decía, escribir historias, aprender un idioma diferente, dibujar y hacer manualidades, todas aquellas realmente me hacían feliz y sentirme mejor conmigo misma. Sin embargo, mientras más pasaba el tiempo, los profesores se volvían más agresivos y más impacientes con aquellos que ‘no eran capaces’ de comprender.

Me empecé a frustrar y a sentirme mal. Todas las materias que me solían encantar me empezaron a aburrir, incluso varias de ellas las empecé a odiar, lo cual no solo me pasaba a mí , también a varios de mis compañeros se les notaba desinteresados, aburridos y cansados de que los profesores realmente pasaran por alto a la mayoría de alumnos.

En cuanto a mis amistades en primaria, la mayoría de compañeros se llevaban medianamente bien por ese entonces. Yo tenía mi pequeño grupo de amigas que mantuve por todo mi transcurso en esa escuela. Lo que me gustaría destacar es cómo realmente agradezco el no haber tenido influencias sociales agobiantes en la niñez. A lo que me refiero es que hubo muchas veces en las que mis compañeras me decían lo que una “señorita” debía hacer, cómo sentarse con las piernas juntas y la espalda recta, que jugar al mete gol era “cosa de varones” o que en las fiestas de cumpleaños los maquillistas sólo me permitieran pintarme mariposas, corazones y vaquitas de San Antonio por que una serpiente era demasiado varonil para una nena.

Por  otro lado, mis compañeros varones jamás me habían dicho tales cosas. Al contrario, siempre tuve las puertas abiertas para jugar con ellos. Al final, siempre me sentía más cómoda “con los varones” de lo que me sentía con mis amigas;  sin embargo terminaba siempre con ellas por que ‘era lo correcto’. Realmente no fue algo que me afectó fuertemente en ese preciso momento, pero aquellas situaciones fueron las primeras veces que vi cómo es que los niños, o la gente, incluso hoy en día, está atada a la diferencia de lo femenino y lo masculino, incluso con 8 años. Jamás existió un intermedio donde me podían gustar las películas de barbie y jugar al mete gol. O eras uno o eras el otro.

En aquella escuela también experimenté lo que era la hipocresía. Pequeñas ‘condiciones’ como no poder pintarte las uñas, usar lapicera (mucho menos de color), no poder usar zapatillas con pollera, usar medias que no combinaran con el uniforme escolar, o incluso atarte el pelo con una gomita que no fuera del color del uniforme eran reglas rotas por mis profesores y directora a diario, sin embargo, incumplir alguna de ellas era causa de castigo. Luego más allá de que realmente había niños que se esforzaban muchísimo para poder recibir una buena nota, en los cuales me incluyo; éramos varias veces injustamente calificados. Más allá de que las respuestas estuvieran bien, el usar materiales ‘prohibidos’ o salirse de las líneas  al pintar era causa de que la nota bajara puntos enteros.

Pasaré también, sobre el hecho de que atendí a esta escuela religiosa por casi cuatro años, sin embargo todo lo que alguna vez aprendí, fue por cuenta propia; ya sea cuando años atrás  mi tío me había regalado una pequeña biblia de bolsillo que leí por interés ; tanto como cuando ocho años más tarde, por mí misma y por ayuda de conocidos y familiares que tenían más interés en enseñarme que cualquiera de mis profesores del pasado. Incluso, el último año al que asistí, tiempo antes de irme, habían empezado  los preparativos de mi comunión (que a día de hoy, sigo sin tener la más mínima idea de lo que es, o lo que significa una comunión). Mi mamá habló honestamente con mi catequista sobre el hecho de que si yo no tenía interés en tomar la comunión, que no lo haría. Le contestaron con un “ya vas a ver que cuando hablen del vestido con las amigas que le va a fascinar la idea”.

Otro de mis grandes problemas con la escuela en su momento fue el poco interés que tenía en algo. Al volver a mi casa no tenía interés en dibujar o escribir por mera diversión porque tampoco sabía que eso siquiera existía ya. No entendía por qué alguien habría de escribir o dibujar por placer. Mis profesores no se concentraban en otra cosa que no fuera que sus alumnos (o más bien, sus alumnos que según ellos ‘sí entendían’) tuvieran un ‘Bien hecho’ escrito al final de cada tarea.

Más pasaba el tiempo y más se sentía que las materias libres eran repetitivas, obligatorias e insulsas. No había nada de libertad en plástica o música. Las lecturas de novelas y cuentos se me hacían eternas, y, finalmente, al acabar aquellas cortas historias no recibía más que preguntas superficiales sobre cómo se llamaba el protagonista y dónde vivía. Incluso recuerdo estar aburrida al ver películas animadas en la clase. Las pocas que llegamos a ver en los últimos dos años se me hicieron intolerables por el simple hecho de que a final de cuenta también estaba viendo aquella película en cuestión por obligación y no por elección.Finalmente, antes de entrar a cuarto grado de primaria, luego de hablarlo con mis papás, alrededor de septiembre de 2012, dejé la escuela oficialmente y empecé mi educación en mi hogar.

Los primeros años no fueron nada fáciles emocionalmente. Más allá de que mis maestras no me habían agradado jamás luego de entrar a esta antigua escuela primaria, siempre fui muy ordenada. Salir de la idea de lo que yo entendía como correcto fue difícil, agregando que también los últimos meses ya me venía presionando a mí misma con los exámenes.

No sabía qué hacer. Por las mismas fechas, mi papá, luego de años ahorrando, se había comprado una computadora de escritorio bastante buena para lo que era en ese entonces y empecé a jugar videojuegos a diario y por muchas horas. Comencé a conocer a gente y también descubrí un arte completamente diferente, al igual que reconocer muchos otros que por años habían estado frente a mis ojos pero jamás había prestado atención. La actuación de voz, el desarrollo y diseño de personajes, el diseño de fondos, la escultura digital, etc.

Si bien realmente me divertía conociendo a niños de mi edad que les gustara los mismos videojuegos y series que a mí ,y aunque no tenía nadie a mi espalda diciéndome qué era correcto y adecuado para una nena, volví a presionarme a mí misma. Tener tanta libertad y tiempo para hacer lo que quisiera se sentía agobiante en ese entonces. Salir del colegio sin intereses definidos, para lo que a mí me parecía, era extraño; como si hubiera olvidado lo que me gustaba, a pesar de que notablemente sentía un gran amor por los videojuegos y las películas. Pero como requería pasar largos ratos en la computadora, pensaba que no era más que una forma de perder el día.

Al mismo tiempo, las amigas que tuve por años en la escuela realmente no volvieron a interesarse en siquiera mantener contacto conmigo, agregando a los padres que al enterarse de este nuevo sistema de educación se volvieron paranoicos y no querían  saber nada al respecto. Sin embargo, aquellas situaciones no las entendí hasta mucho tiempo después. Realmente yo pensaba que mis amigas al enterarse sentirían algo de envidia porque no tendría que asistir a lo que hace unos meses con ellas llamábamos ” una pérdida de tiempo” . Sin embargo,  a lo largo de los años la frase “pero tenés que ir a la escuela” se repitió una y otra vez, y las reacciones terminaban siendo siempre las mismas.

Tuve que aprender con el tiempo que no perdía el tiempo. De forma inconsciente al conocer a tanta gente y tantas historias diferentes aprendí más del mundo de lo que alguna vez aprendería en doce años de escuela. Mucho de mis amigos pasaban por situaciones complicadas por las condiciones de sus países e ir a jugar a la computadora y poder hablar con otra gente después de estar todo el día en la escuela era su forma de poder sentirse más libres de lo que serían yendo a pasear por un parque o por un centro comercial por la inseguridad que vivían en el día a día. También aprendí cómo muchos de mis amigos no pasaban un buen tiempo en sus escuelas.

Personalmente, mis padres y yo decidimos dejar la escuela por el maltrato que recibía de los profesores y el sistema, pero varios de mis amigos también sufrieron acoso escolar por razones insignificantes y estúpidas. Empecé a ver el mundo de una forma muy diferente en poco tiempo al hablar con gente que realmente pasaba por aquellos eventos y pude ver sus puntos de perspectiva. Me empecé a dar cuenta que no estaba perdiendo el tiempo. Conocer otras culturas y sociedades de otros países es aprender mucho más que aprenderte los nombres de las capitales de memoria.

Volviendo al arte, comencé a dibujar y crear historias inconscientemente por mero placer otra vez. Junto con mis amigos mirábamos muchísimas series japonesas y empezamos a crear nuestros propios personajes e historias por diversión. Así inicié a compartir mis dibujos por las redes y a conocer incluso a mucha más gente dentro de la comunidad del arte. De tal manera, descubrí incluso más personas de países más lejanos aún y situaciones y eventos muy diferentes de lo que alguna vez había escuchado. Me enteré de situaciones de las que nunca me habría imaginado que alguien alguna vez podría atravesar.

Al tener la libertad de encontrar mis intereses cambié completamente. Tener el tiempo para dibujar y conocer diversas formas del arte me apasiona, así como hoy en día conocí lo importante que es para mí que todo el mundo tenga la posibilidad de expresarse con el resto y no guardarse, a pesar de que a mí me sigue costando, pero si algo aprendí en los últimos años fue a dar el ejemplo haciendo y no solo diciendo.

Como digo, hay ciertas cosas que todavía me sigue costando expresar, ya sea por la presión que la sociedad puede llegar a hacer, pero sé, que exteriorizando mis gustos y pasiones también incentiva a mucha otra gente a hacer lo que les gusta. Hoy en día me parece increíblemente importante que todo el mundo tenga la posibilidad de ser ellos mismos sin que nadie les diga qué es correcto o incorrecto. Ahora que lo pienso, a fin de cuentas sí me terminó afectando el hecho de que mis compañeras me llegaran a decir que estaba mal que yo jugara al mete gol, pero creo que me impactó de una forma positiva a fin de cuentas.

Paula Lago

Profe de letras, librera, amante de la fotografía, la música y el arte en general. Practicante de Jin Shin Jyutsu.
Ya 11 años educando en casa. Si quieres saber más , pasate por acá

4 Comments

  1. Felicitaciones a la egresada y a la mamá!! hermoso artículo y muy revelador de lo que siente un niño en la escuela, con sus maestros, pares y padres de sus pares. Es muy lindo y alentador leer el camino que fuiste haciendo. Les sirve de mucha ayuda a otros niños y adolescentes que te leen.
    Te deseo lo mejor del mundo y te felicito por tu sinceridad.
    Saludos. Lorena

    • Gracias Lore! Que lindo tenerte por acá. Es tan lindo poder saber la visión de los chicos justamente habiendo vivido ambos lados de las orillas

  2. Hola Paula. Tengo una nieta que empezará primer grado. Con esta situacion de pandemia cuarentena, estoy pensando la posibilidad de hacer homeschooling grupal . Necesito asesoramiento, por favor. Desde ya, muchas gracias.

    • Hola Alejandra, si querés podes enviarnos un mail desde la página de contacto así me contás mejor que idea o dudas tenés para guiarte mejor.
      Abrazo

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