Esta es una de las lecciones que forma parte del curso Integral de Planificación metodológica del aprendizaje autodirigido. El cual tiene varias lecciones gratuitas que pueden ir a chusmear. Me decido a compartir este vídeo porque siguen preguntándome por el tema de las certificaciones aun cuando hemos contado con lujos de detalle cuál es el procedimiento para poder rendir. Aviso que este vídeo es a modo de reflexión sincera que me gustaría que te hicieras sobre el tema; para ello prestá suma atención a lo que dice la melodiosa 😉 voz de mi amigaza Silvana.
Si estás haciendo otras cosas, podés perfectamente solo escuchar; las placas son para reforzar los puntos que se dicen.
La titulitis
Hace unos días compartía un artículo de Ramit Sethi, un consultor de negocios hiper famoso que no tiene credenciales de ningún tipo para el trabajo que hace. El artículo en cuestión fue escrito en respuesta a una queja de un lector por hacer lo que hace sin un título. Está en inglés pero lo más sabroso de esto lo traduje así:
Estos monstruos de la acreditación están por todas partes. Según ellos, no puedes hacer NADA hasta que alguna organización misteriosa te habilite con el correcto certificado mágico.
Se dieron cuenta de esto? Vienen en diferentes formas:
Aconsejas a algún amigo sobre una relación y te dice “quién te hace experto?
Te vistes bien y la gente te pregunta “A quién intentas impresionar?”
Intentas una dieta Paleo y los escuchas “Ah, claro toda la pirámide alimenticia está mal por un libro que leíste”
Lo más gracioso es que puedes sacar la acreditación más perfecta de tu bolsillo y ellos aun encontrarán algo de lo qué quejarse.
Con esto no estoy diciendo que uno jamás debería certificar. Es obvio que si voy al médico, psicólogo o contrato un abogado voy a querer que tenga las “acreditaciones” correspondientes. Aunque, si lo pensamos bien, ¿cuántos realmente pedimos a estos profesionales que nos muestren sus títulos?, ¿acaso no nos moviliza más su experiencia y las recomendaciones que nos hacen de ellos?
Lo que cuenta entender de acá es que lo malo es obsesionarse con el síndrome de la bola de cristal que apunta el vídeo. ¿Qué sabemos qué querrá hacer mi hijo de 11 años mañana?, ¿y el de 5?, ¿no es como muy apresurado preocuparnos por eso? Y en definitiva,¿ una certificación realmente nos dice que un profesional está realmente capacitado en su área? Las malas praxis se dan en muchos campos porque un papelito no nos dice realmente nada sobre las capacidades o no de otros. Pero insisto, no es para defender el hecho de que tu hijo/a NO debería presentarse a rendir cada año, sino para que reflexiones qué realmente te mueve para que lo haga. Te pongo una listita de posibles respuestas que se te pueden pasar por la cabeza (a todos se nos ha pasado), algunas ya están en el vídeo pero bien vale visualizarlas y repensarlas de nuevo. Todas ellas son realmente inútiles si lo pensás detenidamente:
- Mi hijo me va a odiar si tiene que rendir todo junto el día de mañana.
- No tengo cómo medir si aprende o no.
- No tengo cómo demostrarle a los demás que está siendo educado.
- No va a conseguir trabajo nunca.
- Le va a dar vergüenza decir que no tiene título secundario.
- Lo van a etiquetar de ignorante.
- Nunca va a lidiar con las presiones
- Si quiere entrar en la Universidad no va a poder o no va a saber cómo organizarse para estudiar.
- No va a saber cómo actuar ante cualquier situación de evaluación en su vida (por ejemplo entrevistas de trabajo)
- ¿Tengo que seguir?
Si hoy tu obsesión pasa por saber cómo hacer para que los chicos certifiquen al menos pensá: ¿es realmente para que tengas el famoso papelito o realmente te interesa que aprendan? Son respuestas que te vas a tener que dar vos. En todo caso quiero que entiendas que si es por certificar las opciones son muchas! ¿Y si de acá a 3 o 4 años en vez de un título secundario para entrar a la facu te piden solo un examen de ingreso? ¿Y si lo que piden es un mínimo de experiencia en el área que querés estudiar? ¿Y si mañana cierran la facultad en la que justo tu hijo quiere estudiar? (no elucubro, esto le pasó con psicología a mi cuñada y tuvo que fumarse la carrera de medicina para el papelito que la acredite a algo parecido. Al menos como psiquiatra podía ejercer con la psicoterapia)
Te la dejo picando…
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Hola , quisiera orientación … mi hija debe materias de 5to año , hay posibilidad de rendir como alumna libre ?
HOla Diego, eso te lo pueden informar en Esmeralda 55 CABA.
Genial, coincido aunque entiendo los temores que despierta el no seguir esta “regla” de la certificación. En mi caso, por si a alguien pueda servirle mi experiencia, partí de lo que yo misma viví como estudiante:excelente alumna en todos los niveles . En la universidad nunca me bocharon pero soy consciente de mi ignorancia con el título en la mano. Mi aprendizaje sucedió después. Logré transitar con buenas notas cada etapa educativa repitiendo lo que los docentes querían oír, pero nunca aprendí realmente nada y eso lo sentí en cada etapa (en el primario al enfrentar el secundario, en el secundario al enfrentar la Universidad y en la Universidad al enfrentar la vida profesional) . El resultado? Frustración, descontento, insatisfacción y mucha bronca por la cantidad de nervios, malos momentos, desequilibrios emocionales y otras tantas cosas que los exámenes siempre produjeron en mí. Esos son motivos más que suficientes para mí para decir no a los exámenes, no a esa falsa evaluación del saber para mis hijos.
Cada situación es particular, pero coincido plenamente con que el verdadero camino por el aprendizaje libre, autónomo, natural, autogestivo y autodidáctico que fomentamos se realiza de lleno cuando somos realmente libres, autónomos, naturales, autogestivos y autodidácticos, o no se realiza verdaderamente nunca.
Gracias por seguir cuidándonos y apoyando nuestras decisiones con artículos contundentes y empoderadores como éste!
Un abrazo!! Fabiana
Fabiana, gracias por tus palabras! Y me siento representada por lo que decís con la diferencia que a mí sí siempre me costó horrores en la escuela aprobar las materias que no me gustaban- matemáticas y química por ejemplo. En el profesorado al revés, tuve materias que no importa cómo las preparara tenía profesores que no te aprobaban por un mínimo detalle. Y, siempre lo cuento, a los varones los aprobaba con dos preguntas pavotas y con 9 o 10; ellos mismos te reconocían cuando te quejabas (y lo peor las profesoras mismas del instituto) que era para alentar a los hombres a la docencia porque había pocos. Ahí ya empecé a calar el sistema cómo era y de los 20 años de docente que tengo encima puedo dar fe de la cantidad de veces que los profesores aprueban alumnos meramente por la cara y las “ganas” que demuestran a su materia. Si el pibe/a son super inteligentes y saben un montón porque de solo escuchar aprenden, no importa, nunca hicieron las tareas o tienen la carpeta incompleta y entonces le buscamos el pelo al huevo para que no aprueben, así aprenden a ser responsables, viste?
Los que tenemos un poquito de experiencia haciendo educación en casa, viviéndolo día a día y habiendo escuchado todas las posibles preguntas y consultas, incluso las preguntas imposibles, o las más obvias…, habiendo escuchado miles de razones y millones de justificaciones, justamente por estar empapadísimas del tema por haberlo investigado incontables horas que implicaron leer, experimentar en carne propia, juntar, reordenar, reunir y en muchísimos casos elaborar la información que está por ahí desordenada, inconexa, de forma simplista y poco explicativa… sabemos que la necesidad de rendir es más que nada la preocupación por el qué dirán.
También sabemos que es nada más que una fase que transitan todos los que inician en este hermoso camino y que muy rápido, luego de pasar como familias por el estresazo de rendir, los sinsabores, las torturas con materias irrelevantes, que les toque un profesor resentido que los haga parir y que denigre a los chicos en las mesas de examen y, por sobre todas las cosas si el chico que consideran superdotado es bochado en una prueba… se dan cuenta de que todo ese esfuerzo es inútil y demasiado doloroso para llevarlo adelante.
Empiezan a caer todas las máscaras, todos los debería, toda la tolerancia o incluso la aquiescencia a las críticas ajenas y sobreviene una ola de sensatez en los padres que decidieron sacar a sus hijos del sistema.
Es cuestión de esperar nada más, para ver como esa necesidad imperiosa que tienen tantos padres miedosos del qué dirán, CAE A PEDAZOS a la luz de lo que sucede en lo cotidiano.
Ese es un momento de crisis, pero es el verdadero inicio del aprendizaje libre, natural, autónomo, autodidáctico y autogestivo que fomentamos los unschoolers y homeschoolers. Cuando se abandona la preocupación por dar “la talla”, se inicia el verdadero disfrute y la libertad más productiva.
Pauli, pongo además acá completar el tema un artículo sobre justamente la universidad y cómo desbaratar ese cuco.
Del Unscooling al Uncollege
Es para hacer un pequeño agregado al inmenso trabajo hecho en el “Curso Intensivo Aspectos Legales de la Educación en el hogar”
Espero que les guste
Nada más que agregar, Sil. Yo misma cuando lo repensé me di cuenta que lo mío era miedo al qué dirán y cómo iba a demostrar que estaban aprendiendo. Pero me bastó el famoso viaje al Sur (a Dios gracias 6 meses después de desescolarizar y sin tiempo de que llegaran mesas de exámenes) que me di cuenta la insensatez de salirme del sistema y seguir pegado a él por un mero papelito que se puede conseguir cuando se necesita.