R. había llevado un cuaderno para anotar algunas curiosidades aunque la información suele ser tanta que poco fue lo que anotó. Nos llamó la atención la cantidad de especies de dinosaurios que se estima vivieron en suelo argentino y una de las salas donde se exponían los mamíferos que habitaron la región pampeana en los últimos dos millones de años, exhibición basada en el libro del paleontólogo Fernando Novas.
Siempre digo lo mismo sobre los Museos de este tipo. La primera visita bien vale como un panorama de lo que uno puede encontrar, luego hay que volver para ver o estudiar algo más en específico. Segundas vueltas son las que nos ayudan a buscar con más detenimiento, aprovechando cada cosa que se expone. Además debo admitir que la próxima vez apelaré a ir solo con R. pues T se dedicó a corretear tanto que nos terminó llevando a la rastra por todas las salas dejándonos extenuados. Uno sigue aprendiendo sobre la marcha ciertas cuestiones que parece que todavía se me escapan como, por ejemplo, no salir en días de calor sin bebida fría y algo salado o dulce para amenizar las bajadas de presión. La sed que sentía por momentos no me dejaba en paz y el único bar que tiene el lugar estaba aun en construcción donde la única máquina de bebidas estaba rota.
Hay visitas guiadas cada media hora dependiendo de la temática y la atención es realmente muy amena desde el empleado que vende las entradas, hasta los de seguridad y los propios guías del lugar. Muy poca gente en general, la mayoría familias, algo que uno termina por agradecer para disfrutar tranquilo de cada sala aunque también apena pensar que quizá los museos puedan estar perdiendo interés para el público en general.